Y quiz radi- que ah el motivo de que la gente de nuestra cultura, a pesar de sus evidentes fracasos, slo en tan conta- das ocasiones trata de aprender ese arte.
No obstante el profundo anhelo de amor, casi todo lo dems tiene ms importancia que el amor: xito, prestigio, dine- ro, poder; dedicamos casi toda nuestra energa a des- cubrir la forma de alcanzar esos objetivos y muy poca a aprender el arte del amor. Sucede acaso que slo se consideran dignas de ser aprendidas las cosas que pueden proporcionarnos di- nero o prestigio, y que el amor, que slo beneficia al alma, pero que no proporciona ventajas en el senti- do moderno, sea un lujo por el cual no tenemos dere- cho a gastar muchas energas?
Sea como fuere, este es- tudio ha de referirse al arte de amar en el sentido de las divisiones antes mencionadas: primero, examina- r la teora del amor lo cual abarcar la mayor par- te del libro, y luego analizar la prctica del amor, si bien es muy poco lo que puede decirse sobre la prctica de ste como en cualquier otro campo.
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Descargar ahora. Carrusel anterior Carrusel siguiente. Erich Fromm - Psicoanalisis de la sociedad contemporanea. Buscar dentro del documento. Para alcanzar ese ob- Arte de amar. Por el con- trario, el matrimonio se efectuaba por un convenio entre las respectivas familias o por medio de un Arte de amar. Durante los aos que siguie- Arte de amar. El tercer error que lleva a suponer que no hay nada que aprender sobre el amor, radica en la confu- sin entre la experiencia inicial del enamorarse y la Arte de amar.
Si ello ocurriera con cualquier otra actividad, la gente estara ansiosa por Arte de amar. Pero aparte del aprendizaje de la teora y la prctica, un tercer factor es necesario para llegar a dominar cualquier arte el dominio de ese arte debe ser un asunto de funda- mental importancia; nada en el mundo debe ser ms Arte de amar.
Ariel Cuevas. Liz Patricia. Jorge Pachas. Majo Dalmaso. Nisha Arrieta. Dulce Maria Dalbosco. Tomas Francisco Del Sol Marchant. Antonella D'Amico. Lorena Overman. Brian Welch. Luis Fernando Monsalve C. Miguel Posada. Viviana Rodriguez Cybulski. Jeison Martinez Diaz. Rufo Campos. Popular en Belief. Dimitry Antonov Tartarov Pupanov. Algunos hacen del dar una virtud, en el sentido de un sacrificio. Sienten que, puesto que es doloroso, se debe dar, y creen que la virtud de dar est en el acto mismo de aceptacin del sacrificio.
Para ellos, la norma de que es mejor dar que recibir significa que es mejor sufrir una privacin que experimentar alegra. Para el carcter productivo, dar posee un significado totalmente distinto: constituye la ms alta expresin de potencia.
En el acto mismo de dar, experimento mi fuerza, mi riqueza, mi poder. Tal experiencia de vitalidad y potencia exaltadas me llena de dicha. Me experimento a m mismo como desbordante, prdigo, vivo, y, por tanto, dichoso Comprese con la definicin de la dicha formulada por Spinoza.
Dar produce ms felicidad que recibir, no porque sea una privacin, sino porque en el acto de dar est la expresin de mi vitalidad.
Si aplicamos ese principio a diversos fenmenos especficos, advertiremos fcilmente su validez. Encontramos el ejemplo ms elemental en la esfera del sexo. La culminacin de la funcin sexual masculina radica en el acto de dar; el hombre se da a s mismo, da su rgano sexual, a la mujer. En el momento del orgasmo, le da su semen. No puede dejar de darlo si es potente. Si no puede dar, es impotente. El proceso no es diferente en la mujer, si bien algo ms complejo. Tambin ella se da; permite el acceso al ncleo de su feminidad; en el acto de recibir, ella da.
Si es incapaz de ese dar, si slo puede recibir, es frgida. En su caso, el acto de dar vuelve a producirse, no en su funcin de amante, sino como madre. Ella se da al nio que crece en su interior, le da su leche cuando nace, le da el calor de su cuerpo. No dar le resultara doloroso. En la esfera de las cosas materiales, dar significa ser rico. No es rico el que tiene mucho, sino el que da mucho. El avaro que se preocupa angustiosamente por la posible prdida de algo es, desde el punto de vista psicolgico, un hombre indigente, empobrecido, por mucho que posea.
Quien es capaz de dar de s es rico. Sintese a s mismo como alguien que puede entregar a los dems algo de s. Slo un individuo privado de todo lo que est ms all de las necesidades elementales para la subsistencia seria incapaz de gozar con el acto de dar cosas materiales. La experiencia diaria demuestra, empero, que lo que cada persona considera necesidades mnimas depende tanto de su carcter como de sus posesiones reales. Es bien sabido que los pobres estn ms inclinados a dar que los ricos.
No obstante, la pobreza que sobrepasa un cierto lmite puede impedir dar, y es, en consecuencia, degradante, no slo a causa del sufrimiento directo que ocasiona, sino porque priva a los pobres de la alegra de dar. Sin embargo, la esfera ms importante del dar no es la de las cosas materiales, sino el dominio de lo especficamente humano.
Qu le da una persona a otra? Da de s misma, de lo ms precioso que tiene, de su propia vida. Ello no significa necesariamente que sacrifica su vida por la otra, sino que da lo que est vivo en l -da de su alegra, de su inters, de su comprensin, de su conocimiento, de su humor, de su tristeza-, de todas las expresiones y manifestaciones de lo que est vivo en l.
Al dar as de su vida, enriquece a la otra persona, realza el sentimiento de vida de la otra al exaltar el suyo propio. No da con el fin de recibir; dar es de por s una dicha exquisita. Pero, al dar, no puede dejar de llevar a la vida algo en la otra persona, y eso que nace a la vida se refleja a su vez sobre ella; cuando da verdaderamente, no puede dejar de recibir lo que se le da en cambio. Dar implica hacer de la otra persona un dador, y ambas comparten la alegra de lo que han creado.
Algo nace en el acto de dar, y las dos personas involucradas se sienten agradecidas a la vida que nace para ambas. En lo que toca especficamente al amor, eso significa: el amor es un poder que produce amor; la impotencia es la incapacidad de producir amor. Marx ha expresado bellamente este pensamiento: Supongamos -dice-, al hombre como hombre, y su relacin con el mundo en su aspecto humano, y podremos intercambiar amor slo por amor, confianza por confianza, etc.
Si se quiere disfrutar del arte, se debe poseer una. Cada una de nuestras relaciones con el hombre y con la naturaleza debe ser una expresin definida de nuestra vida real, individual, correspondiente al objeto de nuestra voluntad.
Si amamos sin producir amor, es decir, si nuestro amor como tal no produce amor, si por medio de una expresin de vida como personas que amamos, no nos convertimos en personas amadas, entonces nuestro amor es impotente, es una desgracia Nationalkonomie und Philosophie, , publicada en Karl Marx.
Die Frhschrifien, Stuttgart. Alfred Krner Verlag, , pgs. Pero no slo en lo que atae al amor dar significa recibir. El maestro aprende de sus alumnos, el auditorio estimula al actor, el paciente cura a su psicoanalista -siempre y cuando no se traten como objetos, sino que estn relacionados entre s en forma genuina y productiva Apenas si es necesario destacar el hecho de que la capacidad de amar como acto de dar depende del desarrollo caracterolgico de la persona.
Presupone el logro de una orientacin predominantemente productiva, en la que la persona ha superado la dependencia, la omnipotencia narcisista, el deseo de explotar a los dems, o de acumular, y ha adquirido fe en sus propios poderes humanos y coraje para confiar en su capacidad para alcanzar el logro de sus fines.
En la misma medida en que carece de tales cualidades, tiene miedo de darse, y, por tanto, de amar. Adems del elemento de dar, el carcter activo del amor se vuelve evidente en el hecho de que implica ciertos elementos bsicos, comunes a todas las formas del amor.
Esos elementos son: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento. Que el amor implica cuidado es especialmente evidente en el amor de una madre por su hijo. Ninguna declaracin de amor por su parte nos parecera sincera si viramos que descuida al nio, si deja de alimentarlo, de baarlo, de proporcionarle bienestar fsico; y creemos en su amor si vemos que cuida al nio. Lo mismo ocurre incluso con el amor a los animales y las flores.
Si una mujer nos dijera que ama las flores, y viramos que se olvida de regarlas, no creeramos en su amor las flores. El amor es la preocupacin activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos. Cuando falta tal preocupacin activa, no hay amor. En el libro de Jons se describe en forma sumamente bella este elemento del amor. Dios le ha dicho a Jons que vaya a Nnive para advertir a sus habitantes que sern castigados si no abandonan sus prcticas perversas.
Jons huye de su misin porque teme que la gente de Nnive se arrepienta y que Dios los perdone. Es un hombre con un poderoso sentido del orden y de la ley, pero sin amor. Sin embargo, al tratar de escapar, se encuentra en el vientre de una ballena, que simboliza el estado de aislamiento y reclusin que ha provocado en el su falta de amor y de solidaridad.
Dios lo salva, y Jons va a Nnive. Predica ante los habitantes tal como Dios se lo ha mandado, y ocurre aquello que l tanto tema. Los hombres de Nnive se arrepienten de sus pecados, abandonan sus malos hbitos, y Dios los perdona y decide no destruir la ciudad. Jons se siente hondamente enojado y apesadumbrado; l quera justicia, no misericordia. Por fin encuentra cierto consuelo en la sombra de un rbol que Dios ha hecho Crecer para protegerlo del sol. Pero cuando Dios hace que el rbol se seque, Jons se deprime y se queja airadamente a Dios.
Dios responde: Tuviste t lstima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni t la hiciste crecer; que en espacio de una noche naci y en espacio de una noche pereci.
Y no tendr yo piedad de Nnive, aquella gran ciudad, donde hay ms de ciento veinte mil personas que no conocen su mano derecha su mano izquierda, y muchos animales? La respuesta de Dios a Jons debe entenderse simblicamente.
Dios le explica a Jons que la esencia del amor es trabajar por algo y hacer crecer, que e amor y el trabajo son inseparables. Se ama aquello por lo que se trabaja, y se trabaja por lo que se ama. El cuidado y la preocupacin implican otro aspecto del amor: el de la responsabilidad. Hoy en da suele usarse ese trmino para denotar un deber, algo impuesto desde el exterior.
Pero la responsabilidad, en su verdadero sentido, es un acto enteramente voluntario, constituye mi respuesta a las necesidades, expresadas o no, de otro ser humano. Ser responsable significa estar listo y dispuesto a responder. Jons no se senta responsable ante los habitantes de Nnive. El, como Can, poda preguntar: Soy yo el guardin de mi hermano? La persona que ama, responde. La vida de su hermano no es slo asunto de su hermano, sino. Sintese tan responsable por sus semejantes como por s mismo.
Tal responsabilidad, en. En el amor entre adultos, a las necesidades psquicas de la otra persona. La responsabilidad podra degenerar fcilmente en dominacin y posesividad, si no fuera por un tercer componente del amor, el respeto. Respetar significa preocuparse por que la otra persona crezca y se desarrolle tal como es.
De ese modo, el respeto implica la ausencia de explotacin. Quiero que la persona amada crezca y se desarrolle por s misma, en la forma que les es propia, y no para servirme. Es obvio que el respeto slo es posible si yo he alcanzado independencia; si puedo caminar sin muletas, sin tener que dominar ni explotar a nadie. El respeto slo existe sobre la base de la libertad: " l'amour est l'enfant de la libert, dice una vieja cancin francesa; el amor es hijo de la libertad, nunca de la dominacin.
Respetar a una persona sin conocerla, no es posible; el cuidado y la responsabilidad seran ciegos si no los guiara el conocimiento. El conocimiento sera vaco si no lo motivara la preocupacin. Hay muchos niveles de conocimiento; el que constituye un aspecto del amor no se detiene en la periferia, sino que penetra hasta el meollo. Slo es posible cuando puedo trascender la preocupacin por m mismo y ver a la otra persona en sus propios trminos.
Puedo saber, por ejemplo, que una persona est encolerizada, aunque no lo demuestre abiertamente; pero puedo llegar a conocerla ms profundamente an; s entonces que est angustiada, e inquieta; que se siente sola, que se siente culpable. S entonces que su clera no es ms que la manifestacin de algo ms profundo, y la veo angustiada e inquieta, es decir, como una persona que sufre y no como una persona enojada.
Pero el conocimiento tiene otra relacin, ms fundamental, con el problema del amor. La necesidad bsica de fundirse con otra persona para trascender de ese modo la prisin de la propia separatidad se vincula, de modo ntimo, con otro deseo especficamente humano, el de conocer el secreto del hombre.
Si bien la vida en sus aspectos meramente biolgicos es un milagro y un secreto, el hombre, en sus aspectos humanos, es un impenetrable secreto para s mismo -y para sus semejantes-. Nos conocemos y, a pesar de todos los esfuerzos que podamos realizar, no nos conocemos. Conocemos a nuestros semejantes y, sin embargo, no los conocemos, porque no somos una cosa, y tampoco lo son nuestros semejantes.
Cuanto ms avanzamos hacia las profundidades de nuestro ser, o el ser de los otros, ms nos elude la meta del conocimiento. Sin embargo, no podemos dejar de sentir el deseo de penetrar en el secreto del alma humana, en el ncleo ms profundo que es l.
Hay una manera, una manera desesperada, de conocer el secreto: es el poder absoluto sobre otra persona; el poder que le hace hacer lo que queremos, sentir lo que queremos, pensar lo que queremos; que la transforma en una cosa, nuestra cosa, nuestra posesin.
El grado ms intenso de ese intento de conocer consiste en los extremos del sadismo, el deseo y la habilidad de hacer sufrir a un ser humano, de torturarlo, de obligarlo a traicionar su secreto en su sufrimiento. En ese anhelo de penetrar en el secreto del hombre, y por lo tanto, en el nuestro, reside una motivacin esencial de la profundidad y la intensidad de la crueldad y la destructividad.
Isaac Babel ha expresado tal idea en una forma muy sucinta. Recuerda a un oficial compaero suyo en la guerra civil rusa, quien acababa de matar a puntapis a su ex amo: Con un disparo -digamos as-, con un disparo, uno slo, se libra uno de un tipo Con un disparo nunca se llega al alma, a dnde est en el tipo y cmo se presenta.
Pero yo no ahorro fuerzas, y ms de una vez he pisoteado a un tipo durante ms de una hora. Sabes, quiero llegar a saber qu es realmente la vida, cmo es la vida I. El nio desarma algo, lo deshace para conocerlo; o destroza un animal; cruelmente arranca las alas de. La crueldad misma est motivada por algo ms profundo: el deseo de conocer el secreto de las cosas y de la vida. Otro camino para conocer el secreto es el amor.
El amor es la penetracin activa en la otra persona, en la que la unin satisface mi deseo de conocer. En el acto de fusin, te conozco, me conozco a m mismo, conozco a todos -y no conozco nada-.
Conozco de la nica manera en que el conocimiento de lo que est vivo le es posible al hombre -por la experiencia de la unin- no mediante algn conocimiento proporcionado por nuestro pensamiento. El sadismo est motivado por el deseo de conocer el secreto, y, sin embargo, permanezco tan ignorante como antes.
He destrozado completamente al otro ser, y, sin embargo, no he hecho ms que separarlo en pedazos. El amor es la nica forma de conocimiento, que, en el acto de unin, satisface mi bsqueda. En el acto de amar, de entregarse, en el acto de penetrar en la otra persona, me encuentro a m mismo, me descubro, nos descubro a ambos, descubro al hombre.
El anhelo de conocernos a nosotros mismos y de conocer a nuestros semejantes fue expresado en el lema dlfico: Concete a ti mismo. Tal es la fuente primordial de toda psicologa. Pero puesto que deseamos conocer todo el hombre, su ms profundo secreto, el conocimiento corriente, el que procede slo del pensamiento, nunca puede satisfacer dicho deseo. Aunque llegramos a conocernos muchsimo ms, nunca alcanzaramos el fondo. Seguiramos siendo un enigma para nosotros mismos, y nuestros semejantes seguiran sindolo para nosotros.
La nica forma de alcanzar el conocimiento total consiste en el acto de amar: ese acto trasciende el pensamiento, trasciende las palabras. Es una zambullida temeraria en la experiencia de la unin. Sin embargo, el conocimiento del pensamiento, es decir, el conocimiento psicolgico, es una condicin necesaria para el pleno conocimiento en el acto de amar Tengo que conocer a la otra persona y a m mismo objetiva mente, para poder ver su realidad, o, ms bien, para dejar de lado las ilusiones, mi imagen irracionalmente deformada de ella.
Slo conociendo objetivamente a un ser humano, puedo conocerlo en su esencia ltima, en el acto de amar Esa afirmacin tiene una consecuencia importante para el papel de la psicologa en la cultura occidental contempornea. Si bien la gran popularidad de la psicologa indica ciertamente inters en el conocimiento del hombre, tambin descubre la fundamental falta de amor en las relaciones humanas actuales.
El conocimiento psicolgico convirtese as en un sustituto del conocimiento pleno del acto de amar, en lugar de ser un paso hacia l. El problema de conocer al hombre es paralelo al problema religioso de conocer a Dios. En la teologa occidental convencional se intenta conocer a Dios por medio del pensamiento, de afirmaciones acerca de Dios.
Se supone que puedo conocer a Dios en mi pensamiento. En el misticismo, que es el resultado del monotesmo como tratar de demostrar ms adelante , se renuncia al intento de conocer a Dios por medio del pensamiento, y se lo reemplaza por la experiencia de la unin con Dios, en la que ya no hay lugar para el conocimiento acerca de Dios, ni tal conocimiento es necesario.
La experiencia de la unin, con el hombre, o, desde un punto de vista religioso, con Dios, no es en modo alguno irracional. Por el contrario, y como lo seal Albert Schweitzer, es la consecuencia del racionalismo, su consecuencia ms audaz y radical. Se basa en nuestro conocimiento de las limitaciones fundamentales, y no accidentales, de nuestro conocimiento. Es el conocimiento de que nunca captaremos el secreto del hombre y del universo, pero que podemos conocerlos, sin embargo, en el acto de amar.
La psicologa como ciencia tiene limitaciones, y as como la consecuencia lgica de la teologa es el misticismo, as la consecuencia ltima de la psicologa es el amor. Cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento son mutuamente interdependientes. Constituyen un sndrome de actitudes que se encuentran en la persona madura; esto es, en la persona que desarrolla productivamente sus propios poderes, que slo desea poseer los que ha ganado con su trabajo, que ha renunciado a los sueos narcisistas de omnisapiencia y omnipotencia, que ha adquirido humildad basada en esa fuerza interior que slo la genuina actividad productiva puede proporcionar.
Hasta ahora he hablado sobre el amor como forma de superar la separatidad humana, como la realizacin del anhelo de unin. Pero por encima de la necesidad universal, existencial, de unin, surge otra ms especfica y de orden biolgico: el deseo de unin entre los polos masculino y femenino. La idea de tal polarizacin est notablemente expresada en el mito de que, originariamente, el hombre y la mujer fueron uno, que los dividieron por la mitad y que, desde entonces, cada hombre busca la parte femenina de s mismo que ha perdido, para unirse nuevamente con ella.
La misma idea de la unidad original de los sexos aparece tambin en la Biblia, donde Eva es hecha de una costilla de Adn, si bien en ese relato, concebido en el espritu del patriarcalismo, la mujer se considera secundaria al hombre. El significado del mito es bastante claro. La polarizacin sexual lleva al hombre a buscar la unin con el otro sexo. La polaridad entre los principios masculino y femenino existe tambin dentro de cada hombre y cada mujer.
As como fisiolgicamente tanto el hombre como la mujer poseen hormonas del sexo opuesto, as tambin en el sentido psicolgico son bisexuales. Llevan en si mismos el principio de recibir y de penetrar, de la materia y del espritu. El hombre -y la mujer- slo logra la unin interior en la unin con su polaridad femenina o masculina. Esa polaridad es la base de toda creatividad. La polaridad masculino-femenina es tambin la base de la creatividad interpersonal.
Ello se evidencia biolgicamente en el hecho de que la unin del esperma y el vulo constituyen la base para el nacimiento de un nio. Y la situacin es la misma en el dominio puramente psquico; en el amor entre hombre y mujer, cada uno vuelve a nacer. La desviacin homosexual es un fracaso en el logro de esa unin polarizada, y por eso el homosexual sufre el dolor de la separatidad nunca resuelta, fracaso que comparte, sin embargo, con el heterosexual corriente que no puede amar.
Idntica polaridad entre el principio masculino y el femenino existe en la naturaleza; no slo, como es notorio, en los animales y las plantas, sino en la polaridad de dos funciones fundamentales, la de recibir y la de penetrar.
Es la polaridad de la tierra y la lluvia, del ro y el ocano, de la noche y el da, de la oscuridad y la luz, de la materia y el espritu. El gran poeta y mstico musulmn, Rumi, expres esta idea con hermosas frases: Nunca el amante busca sin ser buscado por su amada.
Si la luz del amor ha penetrado en este corazn, sabe que tambin hay amor en aquel corazn. Cuando el amor a Dios agita tu corazn, tambin Dios tiene amor para ti. Sin la otra mano, ningn ruido de palmoteo sale de una mano. La sabidura Divina es destino y su decreto nos hace amarnos el uno al otro. Por eso est ordenado que cada parte del mundo se una con su consorte. El sabio dice: Cielo es hombre, y Tierra, mujer.
Cuando la Tierra no tiene calor, el Cielo se lo manda; cuando pierde su frescor y su roco, el Cielo se lo devuelve. El Cielo hace su ronda, como un marido que trabaja por su mujer.
Y la Tierra se ocupa del gobierno de su casa: cuida de los nacimientos y amamanta lo que pare. Mira a la Tierra y al Cielo, tienen inteligencia, pues hacen el trabajo de seres inteligentes. Si esos dos no gustaran placer el uno del otro, por qu habran de andar juntos como novios? Sin la Tierra, despuntaran las flores, echaran flores los rboles? Qu, entonces, produciran el calor y el agua del Cielo? As como Dios puso el deseo en el hombre y en la mujer para que el mundo fuera preservado por su unin.
As en cada parte de la existencia plante el deseo de la otra parte. Da y noche son enemigos afuera; pero sirven ambos un nico fin. Cada uno ama al otro en aras de la perfeccin de su mutuo trabajo.
Sin la noche, la naturaleza del. Hombre no recibira ganancia alguna, y nada tendra entonces el da para gastar. El problema de la polaridad hombre-mujer lleva a ciertas consideraciones ulteriores sobre la cuestin del amor y el sexo. Habl antes del error que cometi Freud al ver en el amor exclusivamente la expresin -o una sublimacin- del instinto sexual, en lugar de reconocer que el deseo sexual es una manifestacin de la necesidad de amor y de unin.
Pero el error de Freud es ms hondo todava. De acuerdo con su materialismo fisiolgico, ve en el instinto sexual el resultado de una tensin qumicamente producida en el cuerpo, que es dolorosa y busca alivio. La finalidad del deseo sexual es la eliminacin de esa tensin; la satisfaccin sexual consiste en tal eliminacin. Este punto de vista es vlido en la medida en que el deseo sexual opera en la misma forma que el hambre o la sed cuando el organismo se encuentra desnutrido.
En tal sentido, el deseo sexual es una comezn, y la satisfaccin sexual, el alivio de esa comezn. En realidad, en lo que al concepto de sexualidad se refiere, la masturbacin sera la satisfaccin sexual ideal. Lo que Freud paradjicamente no tiene en cuenta es el aspecto psicobiolgico de la sexualidad, la polaridad masculino-femenina, y el deseo de resolver la polaridad por medio de la unin.
Ese curioso error probablemente vise facilitado por el extremo patriarcalismo de Freud, que lo llev a suponer que la sexualidad per se es masculina, y le hizo ignorar la sexualidad femenina especfica. Expres tal idea en Una teora sexual, diciendo que la libido posee regularmente una naturaleza masculina, se trate de la libido de un hombre o de una mujer.
La misma idea se expresa, en una forma racionalizada, en la teora de que el nio experimenta a la mujer como un hombre castrado, y de que ella misma busca diversas compensaciones a la prdida del genital masculino.
Pero la mujer no es un hombre castrado, y su sexualidad es especficamente femenina y no de naturaleza masculina. La necesidad de aliviar la tensin slo motiva parcialmente la atraccin entre los sexos; la motivacin fundamental es la necesidad de unin con el otro polo sexual.
De hecho, la atraccin ertica no se expresa nicamente en la atraccin sexual. Hay masculinidad y feminidad en el carcter tanto como en la funcin sexual. Puede definirse el carcter masculino diciendo que posee las cualidades de penetracin, conduccin, actividad, disciplina y aventura; el carcter femenino, las cualidades de receptividad productiva, proteccin, realismo, resistencia, maternalidad.
Siempre debe tenerse presente que en cada individuo se funden ambas caractersticas, pero con predominio de las correspondientes a su sexo. Si los rasgos masculinos del carcter de un hombre estn debilitados porque emocionalmente sigue siendo una criatura, es muy frecuente que trate de compensar esa falta acentuando exclusivamente su papel masculino en el sexo.
El resultado es el Don Juan, que necesita demostrar sus proezas masculinas en el terreno sexual, porque est inseguro de su masculinidad en un sentido caracterolgico. Cuando la parlisis de la masculinidad es ms intensa, el sadismo el uso de la fuerza se convierte en el principal -y perverso- sustituto de la masculinidad. Si la sexualidad femenina est debilitada o pervertida, se transforma en masoquismo o posesividad.
Se ha criticado a Freud por su sobrevaloracin de lo sexual. Tales crticas estuvieron frecuentemente motivadas por el deseo de eliminar del sistema freudiano un elemento que despert la hostilidad y la crtica de la gente de mentalidad convencional. Freud percibi agudamente esa motivacin y, por eso mismo, luch contra todo intento de modificar su teora sexual.
Es indudable que en su poca la teora freudiana tena un carcter desafiante y revolucionario. Pero lo que era cierto alrededor de ya no lo es cincuenta aos ms tarde. Las costumbres sexuales han cambiado tanto que las teoras de Freud ya no le resultan escandalosas a la clase media occidental, y los analistas ortodoxos actuales practican una forma quijotesca de radicalismo cuando creen que son los valerosos y extremistas defensores de la teora sexual de Freud.
En realidad, su tipo de psicoanlisis es conformista, y no trata de plantear problemas psicolgicos que lleven a una crtica de la sociedad contempornea. No critico la teora freudiana por acentuar excesivamente la sexualidad, sino por su fracaso en comprenderla con profundidad. Freud dio el primer paso hacia el descubrimiento de la significacin de las pasiones interpersonales; de acuerdo con sus premisas filosficas, las explic fisiolgicamente.
En el desarrollo ulterior del psicoanlisis, es necesario corregir y profundizar el concepto freudiano, trasladando las concepciones de Freud de la dimensin fisiolgica a la biolgica y existencial. El mismo Freud dio un primer paso en esa direccin en su posterior concepto de los instintos de vida y de muerte.
Su concepto del instinto de vida eros como principio de sntesis y de unificacin, se encuentra en un plano enteramente distinto al de. Pero a pesar de que la teora de los instintos de vida y de muerte fue aceptada por los analistas ortodoxos, ello no llev a una revisin fundamental del concepto de libido, especialmente en lo que toca a la labor clnica. Aun despus de nacer, el infante es apenas diferente de lo que era antes del nacimiento; no puede reconocer objetos, no tiene an conciencia de s mismo, ni del mundo como algo exterior a l.
Slo siente la estimulacin positiva del calor y el alimento, y todava no los distingue de su fuente: la madre. La madre es calor, es alimento, la madre es el estado eufrico de satisfaccin y seguridad.
Ese estado es narcisista, para usar un trmino de Freud. La realidad exterior, las personas y las cosas, tienen sentido slo en la medida en que satisfacen o frustran el estado interno del cuerpo. Slo es real lo que est adentro; lo exterior slo es real en funcin de mis necesidades -nunca en funcin de sus propias cualidades o necesidades-. Cuando el nio crece y se desarrolla, se vuelve capaz de percibir las cosas como son; la satisfaccin de ser alimentado se distingue del pezn, el pecho de la madre.
Eventualmente, el nio experimenta su sed, la leche que le satisface, el pecho y la madre, como entidades diferentes. Aprende a percibir muchas otras cosas como diferentes, como poseedoras de una existencia propia: En ese momento empieza a darles nombres. Al mismo tiempo aprende a manejarlas; aprende que el fuego es caliente y doloroso, que el cuerpo de la madre es tibio y placentero, que la mamadera es dura y pesada, que el papel es liviano y se puede rasgar.
Aprende a manejar a la gente; que la mam sonre cuando l come; que lo alza en sus brazos cuando llora; que lo alaba cuando mueve el vientre. Todas esas experiencias se cristalizan o integran en la experiencia: me aman. Me aman porque soy el hijo de mi madre. Me aman porque estoy desvalido. Me aman porque soy hermoso, admirable. Me aman porque mi madre me necesita. Para utilizar una frmula ms general: me aman por lo que soy, o quiz ms exactamente, me aman porque soy.
Tal experiencia de ser amado por la madre es pasiva. No tengo que hacer nada para que me quieran -el amor de la madre es incondicional-. Todo lo que necesito es ser -ser su hijo-. El amor de la madre significa dicha, paz, no hace falta conseguirlo, ni merecerlo.
Pero la cualidad incondicional del amor materno tiene tambin un aspecto negativo. No slo es necesario merecerlo, mas tambin es imposible conseguirlo, producirlo, controlarlo. Si existe, es como una bendicin; si no existe, es como si toda la belleza hubiera desaparecido de la vida -y nada puedo hacer para crearla-. Para la mayora de los nios entre los ocho y medio a los diez aos Cf.
Norton and Co. Antes de esa edad, el nio an no ama; responde con gratitud y alegra al amor que se le brinda. A esa altura del desarrollo infantil, aparece en el cuadro un nuevo factor: un nuevo sentimiento de producir amor por medio de la propia actividad. Por primera vez, el nio piensa en dar algo a sus padres, en producir algo -un poema, un dibujo, o lo que fuere-.
Por primera vez en la vida del nio, la idea del amor se transforma de ser amado a amar, en crear amor. Muchos aos transcurren desde ese primer comienzo hasta la madurez del amor. Eventualmente, el nio, que puede ser ahora un adolescente, ha superado su egocentrismo; la otra persona ya no es primariamente un medio para satisfacer sus propias necesidades. Las necesidades de la otra persona son tan importantes como las propias; en realidad, se han vuelto ms importantes.
Dar es ms satisfactorio, ms dichoso que recibir; amar, an ms importante que ser amado. Al amar, ha abandonado la prisin de soledad y aislamiento que representaba el estado de narcisismo y autocentrismo. Siente una nueva sensacin de unin, de compartir, de unidad. Ms an, siente la potencia de producir amor -antes que la dependencia de recibir siendo amado- para lo cual debe ser pequeo, indefenso, enfermo -o bueno-.
El amor infantil sigue el principio: Amo porque me aman. El amor maduro obedece al principio: Me aman porque amo. El amor inmaduro dice: Te amo porque te necesito. El amor maduro dice: Te necesito porque te amo. En estrecha relacin con el desarrollo de la capacidad de amar est la evolucin del objeto amoroso. En los primeros meses y aos de la vida, la relacin ms estrecha del nio es la que tiene con la madre. Esa relacin comienza antes del nacimiento, cuando madre e hijo son an uno, aunque sean dos.
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Mara del Carmen Gutirrez Gonzlez Social. Jose Rodriguez. GYaneth Sandoval. Juan Carlos. Agustin Schanz. Pablo Villegas Eduperusg. Anto Luraschi. Luis Olea Muralista. Abigail Ruth. Maria Elena Martinez.
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